El Buda Feliz, meditación en la sonrisa de Buda

buda_cara

Donde hay dependencia, hay inestabilidad;

donde no hay dependencia, no hay inestabilidad.

Donde no hay inestabilidad, hay quietud;

donde hay quietud, no hay deseo.

Donde no hay deseo, no hay ir y venir;

donde no hay ir y venir, no hay nacimiento ni muerte.

Donde no hay nacimiento ni muerte,

no hay este mundo ni el otro, ni ambos.

Es éste el fin del sufrimiento.

—Buda Sakyamuni, Patalagami

He iniciado un recorrido diferente en mi etapa sobre la meditación, esta narración de experiencias aparecen de manera aleatoria si bien corresponde al proceso personal, sin duda que sansarico o en el argot psicológico, ciclotímico, ya que posiblemente cumplan un papel sustancial en la integración de las ideas, experiencias o técnicas empleadas durante mi aprendizaje y su utilidad dependan en gran medida de en que orden puedas priorizar lo que aquí argumento.

Lo traigo especialmente en este momento cuando estoy en Málaga y posiblemente mis clases de Yoga han hecho mella en este proceso y en especial algunas o muchas llamadas de advertencia de Valeria, mi profe de Hatha Yoga aquí. Sonríe! me repetía una y otra vez, haz el yoga de la sonrisa. Cada vez que me veía serio me miraba y me sonreía. Hasta que llegó un momento que lo hacia al revés y ella se daba cuenta. Quizás escriba algo sobre ella mas adelante ya que tiene unas cualidades sustanciales de una profesora de Yoga y para mi, liberándome de mis concepciones ordinarias una autentica Daikini o angelita, en el argot Budista Tibetano.

A partir de esa advertencia se inicia un mensaje de conexión, los buenos maestros son los que a través del momento oportuno traen al discípulo a una fase subsiguiente de aprendizaje, en algunos casos fases de síntesis otras de integración y en algunos y no pocos casos  de retroceso debido al suspenso en nuestras tareas o progresos que lo necesitan de un paso atrás. Ese amor-odio-temor es intrínseco a la cotidianidad misma de la vida. Valeria me atrae al factor de la postura, la respiración y como no, a la propia aptitud de una cara relajada y feliz. Poco después caigo en la cuenta que si es bueno para mantener una asana o postura de Hatha Yoga también debe ser indispensable para una postura estática de meditación sentada o la propia vida cotidiana.

Mi conexión con este factor me dio múltiples variables y pronto me puse a trabajar en mis meditaciones cotidianas de Vipassana sobre este factor -aunque no nuevo- sí que conectaba con la propia aptitud y esfuerzo frente a las cosas. También en el transcurso de algunas “visiones cabales” me produjo un fortalecimiento en mi fe en el mensaje de espiritualidad Budista, sobre todo el expresado por la corriente Mahayana que impulsa el factor imaginario y repetición de nombres o mantras. También la renuncia a las concepciones ordinarias para de esta manera atraer al presente los factores de la iluminación.

Parecía sencillito este nuevo ejercicio que me proponía Valeria en su clase matutina de Yoga y que me trasladaba a través de su sonrisa directa y fresca en la postura de una asana. Todavía es pronto para sacar conclusiones ya que solo han transcurrido escasos días desde entonces, pero parecen surgir algunas sobre las posibilidades de nuestra expresión de labios y cara y el titulo de este post, sobre la sonrisa de Buda: El Buda Feliz, meditación en la sonrisa de Buda.

En primer lugar lo instantáneo con me sale el post y las conclusiones. Lo hago de un recorrido único y sin muchos cambios finales. Por otro la increíble semblanza con algunos otros conceptos que ya venia expresando a lo largo de escritos anteriores. Si algo me atrajo especialmente del Budismo o enseñanzas de Buda fue su pedagogía adaptada a cualquier ciclo de aprendizaje o nivel y su comprensión completa del ciclo de existencia con una cierta lógica y sin dogmatismos.

Por eso la importancia en el Mahayana de la renuncia  a las concepciones ordinarias. Es así y no podría ser otra manera por que la psicología humana tiende al estado de somnolencia, es decir, podemos estar dormidos o atentos a cuestiones ordinarias, pero a la esencia de la propia vida dormimos en los mas profundos sueños. Sin una intervención directa del bloque de sabiduría del Óctuple sendero enseñado por Buda posiblemente seguiríamos abundando mas y mas en esas cuestiones cotidianas sin mas guía que nuestra inercia a quedarnos plácidamente dormidos y tranquilos. Esta inercia suele ser aguda, insalvable o circular tal y como se encargan de recordarnos los maestros: alternamos el nirvana y el sansara habitualmente. Esta dualidad implícita de placer y dolor esta dentro de un proceso de camino circular con el cual nuestras experiencias perduran o son entrecortadas por dolor, sufrimiento o malos presagios y vuelven a darnos la cara con otro semblante diferente para nuestra confusión permanente sobre los acontecimientos o eventos que nos ocurren. Por ello la importancia inicial en este orden, que posiblemente no una mera casualidad, como comprensión correcta y pensamiento correcto. Parece decir que todas las vías de este sendero Octuple están conectado y simultáneos, si bien nos vendrán de manera parcial a nuestro entendimiento y por pura lógica sino entendemos bien difícilmente podremos obtener algún resultado a nuestros esfuerzos, concentración o atención en la vida cotidiana.

Este esfuerzo que nos permite tener una aptitud esforzada en la imagen de una sonrisa que inmediatamente trasladamos a nuestra psiquis y a las personas que nos rodean nos permitirán observar con un efecto ecuánime nuestra experiencia. Fue Buda quien tras la iluminación observo (según la tradición literal Therevada) que todo era impermanente, posiblemente que todo fluía menos la ecuanimidad que estaba presente y era inmutable. Es difícil adecuar este lenguaje a la propia experiencia de un iluminado y sobre todo al Pali, idioma en el cual se presupone que fueron trasmitidos desde esa época sus propias palabras. Los Therevadas también ponen de manifiesto que la primera noble verdad marcada por la palabra Dukkha, traducida como sufrimiento a casi todos los idiomas, también tiene un acervo de múltiples acepciones y por ello no debería traducirse sino contemplarse en su propia palabra en su origen Pali y sin traducción ya que entres otras acepciones tiene la de: Descontento. Desilusión. Insatisfacción. Sufrimiento. Incomodidad. Dolor. Intranquilidad. Imperfección. Malestar. Fricción. Pesar. Frustración. Irritación, Presión, Ir contra corriente, Agonía, Vacío, Tensión. Angustia existencial, "la carga o peso existencial inherente a la condición samsárica (humana)".

La meditación en la sonrisa de un Buda, por un lado nos sumerge en las condiciones adecuadas para obtener la iluminación, como es la propia estabilidad mental y aptitud positiva frente a los acontecimientos no perdurables o impermanentes que nos condicionan en esta vida.

Hagamos una prueba durante unos minutos hasta que ya no podamos continuar con este experimento. Primero sonriamos, no pensemos especialmente en nada, solo leamos estas líneas. Nuestra semblante acusara que un interruptor nuevo manda una orden “de estar sonriente de manera continuada”. Si lo hiciéramos durante la meditación sentiríamos que muchos músculos de cuello y cara se activan. Al pasar algún tiempo estos músculos comienzan a molestarnos, incluso empezamos a pensar cual es el motivo de nuestra sonrisa. En otros momentos nos encontraremos visualizando sonrisas aleatorias de un Buda, seres queridos,personajes … y es cuando comienza un pequeño trabajo de observar algo desagradable, nuestra sonrisa se vuelve amarga cuando no falsa. Una imagen desagradable que anteriormente nos causaría disgusto y que ahora observamos desde nuestra sonrisa. Pensaras, posiblemente, … pues esto no me parece tan sonriente. O quizá dirás… que bueno observar esta imagen o idea mental desde esta perspectiva, los movimientos de cara, cuello o frente o ojos se aletargan y comienzan a molestarnos. Pensamos, ya esta bien!, incluso podemos observar que estamos trabajando otros aspectos de nuestro cuerpo, sudamos si hace calor y nuestro cuerpo parece mas caliente. En fin es un trabajo aparentemente sin conclusión y demasiado forzado.

A esta primera fase pueden suceder algunas otras de mayor calma, atención o comprensión de sucesos, sobre todo si lo continuamos durante periodos mas largos. El caso es que esta experiencia me conecto de nuevo con mi pasado Mahayana y en especial con mis formación en la tradición Tibetana.

Lo cierto y verdad es que el aprendizaje tántrico que enseñan estas tradiciones, sin querer parecer demasiado simplista, comprende varios factores entre los que se encuentra la visualización de objetos virtuosos, y que mejor objeto virtuoso que la sonrisa propia, la de un Buda o la de un ser querido… cualquier opción seria valida para una practica religioso inocua y sin seguimiento cultural, social o con implicaciones ideológicas, doctrinales o de seguimiento de ningún líder, gurú o representante de Dios en la tierra.

Reitero que no quiero parecer superficial tras una excesiva simplificación de las enseñanzas Tántricas o de tradiciones disciplinadas como es la Tibetana u otras de origen representativo o de trasmisión de la divinidad. Así solo quiero trasladar aspectos útiles que podrían ayudar a una mejor comprensión de las tradiciones que tras el paso de los años han ido perdiendo el frescor que en su origen –posiblemente- trasladaban a sus seguidores.

Lógicamente tampoco sustituir cualquier meditación dirigida por un maestro de cualquier doctrina cuya importancia debe ser suficiente para despertar el interés y la guía de sus alumnos.

Mi punto de vista sobre el asunto puede parecer algo mas cercano, el símil de aprender a leer y escribir en el ámbito espiritual de la meditación consta de una cimentación fuerte donde se sustenta cualquier doctrina o técnica a seguir y que difícilmente podrá mantenerse en pie sin una contemplación de la raíz del problema que pretendemos trabajar, en este caso, y que no es otro que el propio problema de nuestra existencia.

Este monumental tratamiento de semejante gigante para nuestra comprensión es de enorme trascendencia de ahí la propia importancia de nuestra experiencia. Ya no solo para nosotros mismos sino para que se puedan establecer alzos de unión con futuras generaciones y sin duda con la experiencia de otros meditadores en condiciones paralelas o avanzadas.

Buda

Cuando esto es, aquello es.

Al surgir esto, surge aquello.

Cuando esto no es, aquello no es.

Al cesar esto, cesa aquello.

—Buda Sakyamuni, sobre el origen dependiente

El Origen Dependiente

Aunque la mayoría de las tradiciones nos recuerda que es necesario una comprensión profunda de alguno de los factores de la iluminación como sustento de nuestra experiencia, no es menos cierto que la manera que seguimos la enseñanzas o las meditaciones de una forma interruptiva y sin un apoyo adecuado nos hacen caer en errores sobre el seguimiento o evaluación de nuestros progresos. Normalmente cuando algo nos sale mal, un gran disgusto o el propio tiempo o hastío nos hace desmotivarnos, perder el rumbo y como acto sucesivo la fe.

La importancia de ejercitar una meditación centrada en algún factor corporal, como es la Vipassana o en la sonrisa de Buda nos ancla o permite recurrir con energía y gozo de conectar con el pasaje donde nos quedamos anteriormente. De ahí la comprensión de la segunda Noble Verdad, como algo verdaderamente sencillo y que ha ido complicándose a través de muchas vueltas al mismo problema que originó nuestro sufrimiento actual y futuro.

La narración de la enseñanzas de Buda y otros Maestros Universales denotan un factor común que es la trasmisión de la experiencia. De nada sirve, por tanto, un montón de teorías o incluso manuales o Sadhanas de practicas espirituales si no reconvertimos todo este montón de ideas en algo practico y narrable para nuestra vida cotidiana con una accesibilidad inmediata y compartida.

Si comprendemos las cuatro nobles verdades que el propio Buda transmitió y que previamente había podido observar como lo mas sustancial de su practica meditativa como la palanca que le dio acceso a la iluminación.

La trasmisión oral sigue mas o menos este formulario: …Y que es esta comprensión que nos da acceso a la palanca que nos permite encontrar los factores de la iluminación y profundizar en ellos…?”. Nótese que lo anterior se trata de mi propia formulación en un tipo esquemático que sigue la tradición oral de las enseñanzas originales de Buda en la mayoría de los casos repetitiva y redundante pero que guarda el propio significado de la enseñanza orientada a la repetición de esquemas y preguntas respuestas constantes.

Es muy simple y complicado a la vez, cuando somos niños podemos observar que de una falla se originan otras y posiblemente por nuestro desconocimiento se van sucediendo a raíz de esa inicial otras consiguientes que dan como resultado un cumulo aun mayor, se trata del famoso símil con la bola de nieve que va aumentando de tamaño.

Este origen dependiente que la mayoría de los maestros encuentran coincidentes, se puede considerar un error de bulto lo suficientemente importante y al mismo tiempo subsiguiente de nuevos errores que dan como resultado caer en la existencia condicionado. Léase las escrituras del antiguo testamento sobre el origen del hombre en Adán y Eva. Aunque sea un tópico traerlo, lo cierto y verdad es que las cuatro nobles verdades y en especial la tercera, la cesación, da una solución, si se quiere una esperanza o origen que puede dar lugar a la solución a través del Óctuple sendero hacia el Nirvana.

Es sabio narrarlo así y mostrarlo ya hace mas de 2600 años a la humanidad y por supuesto hoy mas que nunca vigente. Con mas medios para su abordaje como solución a los problemas del hombre y libre de la mayoría de las cortapisas que las religiones han ido aferrándose a través de los siglos. Sin casi jerarquías, con un poder social limitado y con una trascendencia imitativa tan solo al alcance de unos pocos el Budismo juega un papel sustancial de comprensión de la psiquis humana en su raíz u origen.

Lo digo por que si nos atenemos a las propias preguntas que nos hacemos en cuestiones vitales y que los Zem agudizan aun mas con preguntas-respuestas de tipo Koan. Podríamos incorporar algo de suma importancia en nuestro proceso racional y místico como es el origen que dio lugar a esta cascada de existencia materializada en nuestro cuerpo-mente-sensaciones.

No seria para menos conectar este origen, posiblemente muy simple, de separación, independencia, deseo de conocer directamente lo que originó este yo autónomo y que se ha ido malformado a lo largo de nuestra desconocida existencia desde el origen.

La mayoría de las religiones cuando no pueden dar respuesta a algo con un lenguaje comprensible recurren a alegoría o a decir algo como “los misterios que nos guarda Dios y que nos será revelado a su debido tiempo” o “el sabe”. Quien somos nosotros sino una infinitésima parte elevada a millones de cubos y cubos de la inmensidad del universo. Por tanto no somos ni una mota de polvo en este Universo desconocido para la ciencia.

Buda también compara la pregunta del origen del sufrimiento con la parábola de la flecha envenenada: un hombre es alcanzado por una flecha envenenada pero, antes de que el médico se la extraiga, él quiere saber quién le ha disparado, de dónde vino la flecha, por qué esa persona le disparó. Si el hombre sigue preguntando esas cosas antes de que le extraigan la flecha, el Buda razona que morirá antes de obtener la respuesta y por tanto de ahí su inutilidad frente a la búsqueda de solución a nuestro pesar.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *